Carnavales

El carnaval precede a la Cuaresma y por llevarle la contraria aparca las reglas que dan seriedad y hondura a la vida, y estallan las risas y la licencia; saltan convencionalismos y se echa uno el disfraz al cuerpo. Es el mundo al revés; el disfraz de la superficie.

Carnavales famosos hay en todo el planeta. Los más nombrados son quizás los de Rio de Janeiro en Brasil o los de Venecia. Aquí en España, destacan los de Tenerife (en las Islas Canarias) y más cercanos, en la provincia de Murcia, los de Águilas y Cabezo de Torres. Yo os cuento los de aquí, los de mi Cartagena, que, sin ser tan famosos, dan lo mejor de sí e inundan las calles de colorido y notas alegres que invitan a bailar y pasarlo bien.

El CARNAVAL es una celebración popular que no tiene paralelo con ninguna otra de las tradiciones vigentes en esta Cartagena de nuestros apasionados amores, donde tarnbién se conservan como oro en paño otras añejas tradiciones.



En esos días el rico se siente menos rico y el pobre se siente menos pobre. El intelectual se apea del pedestal de su sabiduría.Y el lego se olvida de su ignorancia porque no encuentra en su derredor un punto de referencia con el que poder calibrar su menguada ciencia. No son de este siglo, ni mucho menos, las fiestas carnavalescas. Un pueblo tan antiguo y tan amante de cualquier manifestación artística como fueron los griegos, paseaban hace ya decenas de siglos unas vistosas cabalgatas pletóricas de desenfrenada alegría por las calles de la culta Athenas. Eran carrozas en forma de nave tripulada por bellas danzarinas.

También nuestros antepasados romanos organizaban unas "saturnales" que culminaban en lujuriosas orgías con abundancia de comida, de bebidas y de satisfacciones de sus apetitos sexuales. Todo ello aderezado con el aditamento de danzas exóficas (y sobre todo eróticas) escenificadas por esculturales esclavas llevadas a Roma desde sus lejanas colonias de Las Galias, de la Rubia Albión, de la negra Numidia, de la excitante Etiopía y de la Morena Hispania.

En Cartagena se celebraban los Carnavales desde tiempo inmemorial, aunque por aquellas lejanas calendas eran fiestas populacheras y chabacanas. Fue a principios de este siglo XX cuando los Carnavales de Cartagena empezaron a perfilarse como un festejo de más calidad. Durante las mañanas el Paseo de Alfonso XII se llenaba de niños y grandes disfrazados. Por las tardes era la calle Mayor la que soportaba una explosión de colorido, de murgas, de serpentinas y de bolas nevadas. Había bailes para el señorío en el Casino y el Teatro Principal. La clase media se divertía en el Teatro Circo. Por las calles desfilaban las murgas del "Roba-Pavos" y la del "Carabaña". Pero la Guerra Civil del año 1936 acabó con aquello.

Pero en el mes de Febrero de 1981, el día 28, y una vez reinstaurada la democracia en España, se recuperó la Fiesta de Carnaval. En Cartagena se creó una Comisión de Carnavales. Pocos años después ya existian 50 comparsas y la Fiesta estaba ya plenamente consolidada con sus componentes de luz, flores, lujosos vestidos, música, alegría, amistad y confraternidad, entre atuendos fastuosos que llegan a ser una maravilía de fantasía, de arte, y casi de equilibrio aéreo sobre las carreteras en que desfilan bellísimas mujeres, bullangueros niños y hombres rebosantes de sana alegría.
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